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jueves, 23 de julio de 2020

Y si los virus no son seres vivos ¿Por qué los quieren matar?

Ellos están en todas partes, son nanoscópicos, parásitos insanos, estúpidas moléculas que asaltan células y se comportan como el más experto y adiestrado ladrón. No las verán ingresando por las ventanas o trepando el techo, no, ellos (los nanos) tienen su llave maestra y buscan la puerta perfecta. De su origen se hipotetizan varias posibles razones, ninguna con certeza, y si alguien asegura que es esta o aquella la hipótesis correcta, no le crea, está copiando uno de los métodos de evasión de los nanos: camuflaje, si, para no aceptar que no son pedacitos de material "brincado" al azar, o estructuras formadas por coaliciones, que aparecieron (para variar) también por azar. Quien conoce un poco a los nanos, sabe que no puede ser así, esas "simples" moléculas engañan a la célula, usurpan, atropellan y finalmente la matan, sí, la matan de golpe o de a pocos, como suelen ser las muertes de los seres grandes y pensantes, de golpe o de a pocos. Ahora están en la tierra, tienen corona. Un día, en mis reflexiones vino a mi mente la corona de espinas que le pusieron a Cristo antes de crucificarlo, cómo sangró esa frente, cómo punzaron aquellas espinas y causaron ese dolor de corte, de llaga, de fiebre, de llama... y me dije: "Corona por corona, hombre ... ¿qué puedes reclamar?" ... y seguí en mis pensamientos y reflexiones.
Escribir en un blog, en mi blog después de 10 años ... no es fácil

Es como aparecer de pronto en un escenario impensado, los dedos se traban y se aletarga la mente. Sin embargo, está el deseo de querer plasmar en este figurado papel pensamientos que brotan como la hierba que creció después de cuatro meses de aislamiento en parques o patios abandonados por el espanto de una nube negra y espesa con olor a muerte, a húmedo, que atraviesa este mundo en tormento y ansiedad.
Hoy escribiré poco, solo esto, y haré un espacio en mi mundo que ahora es virtual, para contar a quien quiera leer lo que ocurre cerca, menos cerca, lejos y muy lejos de mi, y puedo asegurar que no falta el desconcierto, el pesar, el lamento y una sola pregunta: ¿Por qué? tal vez no haya una respuesta, aunque sino miles, millones de posibles razones algunas de las cuales ya escuché.


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